Las Palabras que el Tiempo No Dijo
Por: Wilson Rafael León Blanchar.
Pablo Neruda fue muchas cosas: poeta, diplomático, militante y exiliado. Entre los múltiples capítulos de su vida, hubo uno breve y silencioso, el de su hija Malva Marina Trinidad Reyes. Su existencia, marcada por la fragilidad desde su nacimiento en 1934, quedó envuelta en la bruma de una historia familiar llena de ausencias, decisiones y los estragos de un mundo convulso.
Desde su relación con María Antonieta Hagenaar Vogelzang, conocida como Maruca, la paternidad no parecía ser un destino deseado por Neruda. En su poema Maternidad, escrito en 1935 en Residencia en la Tierra, se percibe un cuestionamiento hacia la idea de ser padre:
> "¿Por qué te precipitas hacia la maternidad
y verificas tu ácido oscuro con gramos a menudo fatales?"
El verso refleja la inquietud del poeta frente al embarazo de Maruca, como si lo viera más como una carga que como un milagro. Poco después del nacimiento de Malva Marina, diagnosticada con hidrocefalia, la relación entre Neruda y su esposa comenzó a deteriorarse. En un Madrid envuelto en los vientos de la Guerra Civil Española, el poeta se sumergió en el torbellino de la política y la literatura, mientras la presencia de su esposa y su hija se desdibujaba en su vida cotidiana.
La guerra de España de 1936 no solo partió en dos al país, sino que también definió el rumbo de Neruda. Como cónsul, se involucró con la causa republicana, escribió manifiestos y poemas, y su vida tomó otro curso. Su compromiso con la lucha antifascista lo llevó a centrarse en la palabra escrita y en la acción diplomática, dejando a Maruca y Malva Marina en un segundo plano. En ese mismo año, su esposa, buscando un mejor destino para su hija enferma, partió hacia los Países Bajos.
El poeta había encontrado ya otra compañía: la pintora argentina Delia del Carril. Con ella compartió ideales y proyectos, mientras su hija crecía en la lejanía. En sus versos, las referencias a Malva Marina fueron escasas, casi efímeras, como en su Oda a Federico García Lorca:
> "Malva Marina, quién pudiera verte
delfín de amor sobre las viejas olas,
cuando el vals de tu América destila
veneno y sangre de mortal paloma."
El delfín de amor que él imaginaba en sus palabras nunca vio los mares de Chile. Malva Marina murió en 1943 en Gouda, a los ocho años, sin haber conocido la cercanía de su padre. Mientras tanto, Neruda continuaba su viaje, ahora involucrado en la política chilena. En 1945 fue elegido senador y abrazó la militancia comunista, un camino que, años después, lo llevaría a la persecución y el exilio.
En 1948, cuando la Ley de Defensa de la Democracia ilegalizó el Partido Comunista en Chile, Neruda fue desaforado y obligado a huir. Cruzó la cordillera de los Andes a caballo, dejando atrás un país que lo perseguía por sus ideales. Para entonces, su hija ya había partido hacía años, y el peso de su ausencia no quedó registrado en sus memorias con la misma intensidad con la que narró sus luchas políticas.
Las palabras de Neruda recorrieron el mundo, pero la historia de Malva Marina permaneció en el eco de un pasado que él nunca convirtió en poesía. Entre la guerra, la distancia y las decisiones humanas, la vida de su hija se desvaneció como un verso no escrito, como un poema que el tiempo nunca terminó de decir.
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