La cooperativa de los compadres – Tercera parte
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Por: Wilson Rafael León Blanchar
La fama de la Cooperativa Agroganadera y Turística de Fonseca creció más rápido que la brisa en agosto. Un blog de viajes europeo publicó un artículo titulado: “Fonseca: el pueblo donde un chivo organiza las excursiones”.
Y fue así como, por cosas de la vida, les llegó una invitación para participar en la Feria Internacional de Agricultura Familiar en Valencia, España.
—¡Compa! —gritó Enrique Marulanda con la carta en la mano—. ¡Nos invitaron a Europa!
—¿A qué? —preguntó Yaya, que estaba batiendo un arequipe—.
—A mostrar cómo trabajamos la cadena productiva…
—¿Cadena? Aquí lo que tenemos es una piola amarrando el gallinero, Enrique…
A los pocos días, todos estaban montados en un avión: Changa con su pañuelo blanco, Yaya con dos ollas de dulce en la maleta, Efraín con su lata envuelta en ropa y Toño el Loco con tres pares de guaireñas “por si se ofrece negocio”.
Hasta el chivo fue, porque Changa juró que sin él la presentación quedaba coja.
En Valencia, los acomodaron en un pabellón enorme, junto a stands de quesos franceses, aceite de oliva italiano y jamones españoles. Cuando abrieron las puertas al público, la gente se acercó intrigada por el letrero:
“Cooperativa Fonsequera: del desierto guajiro pa’l mundo”
La demostración empezó bien… hasta que el chivo, viendo unas guirnaldas de paja en el stand vecino, decidió que eran su almuerzo. El stand resultó ser de un productor suizo de hierbas aromáticas carísimas, y aquello terminó en una persecución por todo el pabellón, con Changa detrás gritando:
—¡Agárrenlo, que ese chivo no tiene visa pa’ Suiza!
Mientras tanto, Yaya repartía dulce de coco, pero el clima seco de la feria lo endureció tanto que uno de los visitantes españoles comentó:
—Esto es más fuerte que el turrón de Alicante.
Efraín, para calmar los nervios, empezó a tocar su lata y cuchillo; y, de la nada, se armó un baile vallenato en pleno stand, con franceses, italianos y españoles zapateando como si estuvieran en la plaza de Fonseca.
El jurado de la feria, impresionado por la “autenticidad” y la “fusión cultural”, les otorgó el Premio Especial a la Innovación Rural. Enrique, con su cara de “¿y esto cómo pasó?”, subió a recibir el trofeo y dijo en su discurso:
—Esto es para que sepan que en Fonseca producimos con amor, vendemos con alegría y… perseguimos chivos con dignidad.
La ovación fue tal que, al día siguiente, un periodista tituló: “Fonseca, el pueblo colombiano que conquistó Europa con un chivo y una lata”.
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