Cagaderos de perros

 

Muchas personas hoy en día adquieren de mascota un perro porque creen que es una forma de subir de estatus social. Claro que el canino debe ser de raza, si es un Pitbull mucho mejor, porque estos perros son caros e intimidantes, por la fama de fieros que tienen.

 

Sin embargo, la mayoría de los amantes de las mascotas perrunas los prefieren peluditos, de tamaño mediano o pequeños.

 

No se puede negar que el común de estar personas verdaderamente ama a sus mascotas, y que lo de subir de estatus social al adquirir un animalito de estos, se fundamenta en los altos costos que tienen los cachorros en nuestro país, donde los hay desde 400 mil hasta un millón de pesos.

 

A la compra del cuadrúpedo hay que sumarle los gastos desparasitación, de vacunas, concentrado para su alimentación, peluquería etc. Quien dispone de suficiente dinero hasta paga un paseador de perros.

 

Pero aquel que luego de comprado el perrito a duras penas lo desparasitó y vacunó, debe darle comida para humanos. Esto implica que las heces son más fétidas y blandas y que el dueño del perro, debe sacarlo a pasear.

 

He aquí donde se presenta el problema ambiental que al menos en Colombia se está agigantando con el paso del tiempo.

 

Paseadores de perros “profesionales” y dueños de mascota sacan a pasear a los caninos y estos aprovechan para hacer sus necesidades.

 

Muy, pero muy pocas personas tienen la buena costumbre de tener una bolsa a la mano, para cuando su animalito haga popó en medio de un paseo, recoger el excremento y llevarlo al recipiente de basura de su residencia.

El común de los que ‘pechean’ en la calle porque llevan en la mano un perro de raza amarrado con una correa, miran con indiferencia y hasta con complacencia, como su mascota defeca en un jardín ajeno, en la zona verde de una calle o en un espacio público como un parque.

 En el último peldaño de la estratificación social por el tipo de mascota que hay en una casa, están aquellas personas o familias cuyos recursos económicos, apenas les alcanza para suplir sus propias necesidades básicas. Estos tienen entre si una competencia, entre más pobres, más perros tienen y sus "mascotas" si así se les puede llamar, forman parte de las jaurías que pululan en las calles, no sólo defecando y marcando territorio, sino causando molestias en comederos y restaurantes, donde el hambre los obliga a casi suplicar que le tiren un hueso para su subsistencia.

Es por ello que en estos momentos los andenes de las calles de los barrios en nuestras ciudades, parques, zonas verdes y otros similares, están convertidos en cagaderos de perros.