Ahora es el turno pa’ Villanueva
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Por Wilfredo Acosta Bolaño
El título de esta columna, parece ser el comienzo de la
segunda estrofa de la canción ‘Las Morochitas’, compuesta por Beto Murgas y
plasmada en el tercer trabajo discográfico del Binomio de oro, denominado ‘Los
Elegidos’.
Pero no, estamos hablando de minería, sobre todo del Plan
Nacional de Desarrollo Minero con enfoque territorial contenido en la Revista
Lenguaje minero del mes de Marzo de 2.022. Y de las subregiones identificadas
para el desarrollo del ejercicio piloto, en la Región II.
Dónde están todos los municipios del sur de la Guajira,
Especialmente Villanueva, que es el tema que nos ocupa hoy, porque de acuerdo
con el Servicio Geológico Colombiano, en el territorio villanuevero hay un
potencial de cobre representado por anomalías geo-químicas y por la presencia
de ocurrencias o manifestaciones de cobre.
Estas anomalías y ocurrencias se agrupan en el denominado
“Distrito Minero Serranía del Perijá”. Este polígono abarca desde Barrancas
hasta San Diego (Cesar) pasando por Villanueva, Manaure y La Paz (Cesar).
En otros tiempos fuera motivo de alegría y jolgorios en
Villanueva, por contener sus serranías una mina de cobre, Pero no es así, hay
una resistencia de la comunidad hacia las empresas minero-energética, por el
manejo social inadecuado de las consultas previas, ya que se han visto reflejos
en los espejos cercanos de dos grandes proyectos desarrollados, en el
carbonífero, por ejemplo, hasta corrigen la creación del señor reubicando los
arroyos que él creó y estableció, aunque digan que no, dejan secuelas
ambientales irreparables, y en el campo administrativo de enganche laboral sólo
recibimos los guajiros las contaminaciones ambientales que nos dejan los
socavones, porque las oficinas administrativas de reclutamiento personal, están
en otro departamento.
El desarrollo minero debe obedecer a las necesidades
puntuales de sus habitantes, y esas necesidades se dan a conocer cuando en la
relación entre la minería y el territorio, parte de que ambos pongan en la mesa
sus expectativas.
No queremos ver al Cerro Pintao de Villanueva, de donde nace
nuestro río, ni sus manantiales enriquecedores de agua, deforestados y
erosionados, para que en un mañana cercano nuestro acueducto se abastezca de
agua de pozos profundos.
No somos enemigos de las explotaciones minero-energéticas
responsables, porque también traen progresos a las comunidades y conviven con
el medio ambiente, pero al desarrollarse la explotación minera en Villanueva si
existe esa opción, debe darse porque antes se hizo la consulta previa abierta
sin personal amarrado, y tanto la comunidad como la administración municipal
acordarían jalar para un mismo lado, acordarían también asociar a el municipio
con la empresa explotadora teniendo decisiones administrativas y participando
de sus resultados financieros de la misma, y no sólo el cobro de impuesto, así
cómo participar de la provisión porcentual de mano de obra criolla en los tres
niveles, directivos, profesionales y técnicos, y no solamente empleos de
oficios varios cómo ha venido ocurriendo en los demás proyectos ejecutados, y
mantener el derecho a líneas rojas e in-negociables frente a ciertas deforestaciones que implique
acabar con nacederos de agua. Si en las conclusiones no se logra establecer por
lo menos estas posiciones, entonces el cobre de la Serranía que esté quieto,
déjelo quieto, porque nos traerá más problemas que soluciones.
Si alguna de las dos partes comunidad o administración
local, jalona para otro lado sin saber por qué, aún en contra la razón, porque las mira, pero no las ve, en
estos tiempos cruciales de desabastecimientos de agua potable, Dios y la
historia lo condenarán.
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