Se desgrana la politiquería y se prenden las campañas

   

Por Martín Nicolás Barros Choles
            

Terminada las inscripciones de candidatos, a alcaldías y gobernaciones, al igual que las listas, a asambleas, concejos y comunas: se desata el despelote, de emociones, pasiones y sentimientos; en la ferias y circos, del carnaval politiquero, donde se destacarán, payasos, engaños, artimañas y negocios; de compra-ventas de electores, lideres y hasta caciques, de altos quilates, que ofrecen lotes de votos, como si se trataran de ventas de animales, desprestigiando, democracia, libertad y dignidad humana; en mercadocracia, que opera en  elecciones locales,  departamentales y hasta nacional.


Las campañas electorales, han perdido místicas y mucho entusiasmo, en la competencia popular. ¿Por qué será? Por las pésimas atenciones e insoluciones, de quienes, nos representan y ejercen autoridad. Los periodos de gobiernos, desencanta, frustran y generan apatías, apagando el ánimo participativo-competitivo, porque siguen los mismos, con las mismas, sin ningunas alternativas, ni mucho menos, perspectivas de cambios, para soñar con esperanza, el desarrollos y progresos territorial. Algunos candidatos se ufanan, de hablar y ofrecer cambios, ¿sin manifestar, de qué manera, en qué forma, con quienes y con cuales medios económicos?


La mayor importancia en las elecciones de gobernador y alcaldes, lo reviste el Programa de Gobierno, sobre el cual radica la hoja de rutas direccionada a seguir, en las operaciones de gobierno popular, para que los candidatos, presenten y sustenten, el programa, ante electores, en manifestaciones publica y por medios de comunicaciones, para que digan, lo que van a hacer u ofrecer, durante el periodo de gobierno.


El programa de gobierno, improvisados y elaborado a la carrera, sin bases de soportes, para cumplir el requisito de inscripción de candidatura, es un mal precedente, si se tiene en cuenta, que carece de certezas, planeación, fundamentación y confianza, en ofertas y propuestas gubernamental.


No se necesita elaborar un programa de gobierno, con un rosario de anuncios, para resolver necesidades, sin ampararse en planes individuales determinados. No se requiera abarcar todo lo que hay por hacer, durante el tiempo de gobierno. Muchos candidatos están desconectados, del contenido textual de sus programas de gobierno, absteniéndose por impreparación, de exponerlo ante, periodista y electores.


En campañas políticas, algunos territorios de Colombia, valoran más para apoyar candidatura, la disponibilidad dineraria, que la calidad personal y capacidad intelectual de gestión, ignorando, que la inversión en campañas para ganarla, la recuperan con creces, en favor de inversionistas, sobre recursos económico, que alleguen a las administraciones, supuestamente para destinarlo en el bienestar de todos, pero desaparecen apropiándolo, en los territorio que gobiernan, justificando el ilícitos, por gastos de campaña.


Como consecuencia, de perversas acciones, por causa de esos hechos, estamos estancados, sin opciones de mejorías, al estar mal gobernados. Sin embargo, las víctimas, terminan en cómplice de victimarios, por degradaciones cautivas, que vienen viviendo, sumido en el abismo, por estar vendiendo los votos.


Aun cuando las campañas tienen límites de gasto y quienes violen, las disposiciones legales vigentes, deberían perder de investidura. Estas normatividades son letras muertas, porque de aplicarse con rigor, el 80%, de alcaldes y gobernadores elegidos, le anularán las elecciones y le declararán, la muerte política, pero verán, que no pasa nada. Es por eso, que seguirán imponiendo el dinero, en practicas de corrupción, para triunfar en elecciones populares. Si el pueblo que elige tomara conciencia, se abstuvieran, no de votar, sino de vender el voto, otra cosa seria, mejorando hacia el futuro.


El furor y júbilos, que caracterizaban las campañas políticas, han desaparecido, cuando constituye, la sazón de las contiendas electorales. La falta de carisma, en candidatos y aspirantes de listas, coadyuvado, con la carencia de oratorias, para exponer situaciones programáticas, afectan en engranaje místico.


Las campañas ahora son parecidas a las rondas de negocios en ferias, en la que invitan al candidato a una reunión en comunidades, barriales y rurales, pero el candidato, debe entregar previo a la reunión, los recursos en billetes, para logística, refrigerios y transportes. Luego los lideres presentan un numero nutridos de participantes, para generar impacto en el candidato, que pueda utilizarlo en intermediación, para ofertas y compraventas de votos. Ese mismo personal, acuden a reuniones de todos los candidatos, no solo porque lleguen estos a sus barrios, sino que también se trastean a otros barrios, viendo a ver con quien negocian los votos.


Mucha incertidumbre, desapegos, desmotivación y apatía; empañan y oscurecen, la participación popular, en el concurso electoral. Reina la incredibilidad, por ausencia de seriedad, ética, moralidad y confianza; circunstancias que desmeritan, por el hábito repetitivos de desastrosas administraciones; que pueden cambiar, si se derrota las compraventas, de votos.


Entre más se gasten para elegir un candidato, a alcaldías o gobernaciones, menos opción en derechos u oportunidades, tienen los territorios, para atender y resolver, problemas, sobre necesidades, desarrollarse y progresar. A los electores, después que terminan las campañas política y elección, los desechan, sin ninguna consideración, ni aprecio. Los esquivan y rechazan; porque no les interesa, ni los necesitan. Así opera el negocio politiquero, que no hace mas que arruinar administraciones, avalados por quienes comercializan las votaciones.

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