Cinco niñas costeñas se capacitan en la NASA, una es de La Guajira

 

Un total de 35 niñas colombianas viajaron hasta Houston, Texas, para capacitarse con astronautas en el Centro Espacial de la NASA.

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De esas 35 tripulantes, 5 de ellas pertenecen a territorios de la región Caribe: Elizabeth Quiñones (14 años),  de Montelibano, Córdoba; Camila Gallego (14 años), de Cartagena, Bolívar; Alicia Moreno (16 años) de Santa Marta, Magdalena;  Aisama Rashell Fajardo (14 años) de Uribia, La Guajira y Deisy Viviana Herrera Gómez (12 años), perteneciente a la isla de San Andrés.


Aunque nació en Montería, cuando tenía 5 años, Camila Gallego se trasladó al corregimiento de Pasacaballos en Cartagena. Desde allí ha albergado un sueño que brilla más que las constelaciones que admira: viajar a la NASA y explorar los secretos del universo.


Está viviendo un sueño que no esperaba materializar a corta edad. La noticia fue un impulso anímico y un torbellino de emociones que aún está procesando.


“Nunca pensé que al yo soñarlo, esto se me haría realidad, y menos a una edad temprana, o sea, tengo 14 años, y decir que voy a ir a la NASA antes de los 15, es una alegría enorme”.


Desaprovechar esta oportunidad no está en sus planes. Este domingo despegó un avión con una maleta llena de expectativas.


Durante una semana, las niñas podrán aprender sobre construcción de cohetes, robótica, simulaciones de viaje, el hábitat lunar y hasta sobre Marte con algunos astronautas como: Megan McArthur, Sunita Williams, Michael James Foreman y Brian Duffy.


“Daré lo mejor de mí misma, daré todo lo que tengo y lo que no tengo por dar porque esta es una experiencia única y no la quiero desaprovechar. Estoy dispuesta a hacer todo lo que me digan”.


En un mundo lleno de maravillas y secretos por descubrir, hay almas que brillan con un espíritu inquebrantable de exploración y Camila es una de ellas.


“Quiero explorar el área de la ciencia que parece un tema básico, pero cuando ya tú empiezas a investigar la ciencia es algo profundo, es una rama que no tiene fin. Me falta mucho por crecer y descubrir, pero hasta este punto de mi vida deseo ser científica”.


En la búsqueda incansable por un mundo más justo y equitativo, las mujeres se establecen como líderes y catalizadoras del cambio. Camila es consciente de que este tipo de oportunidades contribuye a disminuir las desigualdades.


“Estoy segura de que los jóvenes somos el futuro y estamos pasando por una sociedad donde hay muchas brechas de género, no hay mucha libertad de expresión y esto nos ayuda a fomentarla, nos impulsa a que sí podemos lograr nuestros sueños sin distinguir géneros”.


El aprendizaje nunca termina

En medio de las emociones humanas, hay momentos que tocan lo más profundo del corazón y desencadenan un torrente de sentimientos. Así lo fue para Elizabeth Quiñones, de Montelíbano, Córdoba, cuando la gran noticia tocó su puerta.


“Me puse a llorar de la felicidad porque siempre había soñado con ese viaje y lo veía imposible. Verlo en las películas y las noticias me parecía tan lejano y ahora es un sueño hecho realidad”.


 La sed de conocimiento actúa como una luz que guía a las almas curiosas. Están aquellos que reconocen que cada día es una oportunidad para expandir los horizontes y crecer como individuos. Aprender todos los días es un viaje que enriquece el alma y alimenta la mente y así lo reconoce la cordobesa de 14 años.


“Estoy dispuesta a aprender más sobre el espacio, sobre todo ese tema de la astronomía, espero conocer a gente maravillosa que me enseñe lo bonito que son los temas de Matemáticas y Física y me enseñe de sus vidas personales, es muy satisfactorio aprender de todo un poco”.


La educación es el puente que conecta los sueños de los jóvenes con las oportunidades del mañana.


“Los jóvenes debemos ser más estudiosos. La sociedad necesita jóvenes que salgan adelante y que quieran romper estereotipos y necesitamos la educación para evolucionar y construir un mejor mundo”.

 

Los números también hablan

Otra de las costeñas que vibrará con esta experiencia es Alicia Moreno, de Santa Marta. Desde pequeña, cada problema matemático era un rompecabezas que anhelaba resolver, cada fórmula una melodía que ansiaba interpretar. Las Matemáticas eran su lenguaje secreto, un mundo en el que encontraba consuelo y emoción.


“Me gustan mucho las Matemáticas, me esfuerzo porque me vaya bien, por aprender más y todo esto porque son como un juego, a veces fallamos, a veces ganamos pero siempre podremos corregirlo para que cada operación sea perfecta”.


Soñó con tocar las estrellas y compartir con más niñas que tuvieran la misma pasión por la ciencia. “Espero aprender cada día más, traer conocimientos y compartirlos con la ciudad, así mismo espero poder conocer una nueva cultura, representando a mi tierra”.

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