Locuras políticas
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Por Martín Nicolás Barros Choles.
La política es el arte de servir, pero en
elecciones populares, las campañas vuelven loco a más de un despistado,
cargados de: pasiones, emociones y odios; desatinados, perdiendo estribos,
generando problemas en el furor fanático, que desatan, desordenes de
comportamientos personales, enfrentándose entre seguidores de bandos
politiqueros.
La política contemporánea en Colombia es una
feria de negocio, un circo de payasos y animales, un carnaval de disfraces; que
distraen y distorsionan, incautos, mensos y distraídos observadores, simulando
y transformando, perfiles de los protagonistas, que aspiran representar a los
habitantes territoriales, en localidades y regiones departamentales. Otros
buscan elegirse, comprando electores, en ronda de negocios, para tener mandato
de gobierno, a título de propiedad privada, transfugando el sentido que caracteriza
la democrática.
La frase en las campañas de alcaldías y
gobernaciones, más mencionada y repetidas, es “Cambio” sin precisar e
identificar, lo que quieren cambiar, ni sustentar la formas o medios, de
financiamientos, durante un periodo de gobierno. El único cambio seguro es el
de mandatario, por que no hay derecho a reelección y debe ser sustituido cada
cuatro año. Lo demás es “carretas”, para conquistar adeptos que sueñan con una
ilusa esperanza, olvidándose de continuos engaños, del que han sido victimas
sin escarmientos, para repetir con quienes los tiene viviendo en miserias, por estar
vendiendo el voto, olvidándose que es cómplice de sus desgracias.
Se ha perdido la mística y el carisma, de partidos
y aspirantes, que enaltecen, exaltan y elevan, la espiritualidad motiva
entusiasta, de campañas en amor político, contagiando de alegría a sus
semejantes, desmembrados, por direcciones torcidas partidistas, originada por
inexistencias de partidos políticos, ya que los partidos que aparentan son de
papel y no sirven, sino para negociar avales y recoger dineros de las
reposiciones de votos.
Da risa
cuando el Consejo Nacional Electoral, al abocar el conocimiento de peticiones
que piden revocar inscripciones, solicita a partidos con personería, certifique
la afiliación. ¿Cuál afiliación? ¿Acaso los partidos o bancadas políticas
llevan registro de filiación? Los volúmenes o cantidad de votos comprados, para
ganar curules en determinada elección popular, no constituyen afiliación, como
tampoco lo constituyen los avales que venden.
Las campañas se han trasladados de espacios
públicos, a redes sociales, creándose grupos, que parecen manicomios de
fanáticos desbocados, enfrascados en discusiones desatinadas, sin ningún valor
positivos. Algunos se las pican de influencer, persiguiendo dineros, para
especular y desinformar, en debilidades frágiles. De igual forma, para
desacreditar, descalificar, hostigar y sicariar; candidatos contradictores,
fastidiando con rutinarias necedades e inventos.
Atrás quedaron las exposiciones de oratorias
en manifestaciones popular, que servía para que los electores, sin fanatismo
decidieran, de acuerdo con cualidades y calidades, de personajes que aspiran y
se lanzan en candidatura, a conquistar pueblo, para de esa forma, tener
claridad de por quien se debe votar, de manera consciente y espontanea.
Las tradiciones políticas, las han
trastornados, transformados y traicionados; originado por negocios en
competencia de compraventas de votos, aprovechando el alto grado de pobrezas y
corrupción, que impulsan a muchas personas, a mal venderse como producto,
objeto o mercancía; echando por tierra, dignidad y pudor, difícil para muchos
de resistir, justificado en condiciones vulnerables, los cuales han sido
sometidas por quienes ostentan el poder y gobiernan, para utilizarlas en el
juego clientelista, cada periodo
electoral, comprándole el votos, con recursos públicos, que deben destinarse
para solventar necesidades humanas apremiantes y vitales territoriales, pero de
mala fe, se los apropian y roban, para después utilizarlos en compras de votos.
Hoy en día no se eligen los mejores para
gobernar, sino a quienes mas votos compren, en una competencia comercial
electoreras, que sigue permaneciendo sólida, por los mismos electores, unos por
que se venden y otros, porque se abstienen de sufrar, por falta de garantías. La
gravedad que vivimos es responsabilidad vuestra, por no sacudirse y continuar,
votando por los mismos, que nos tienen en la olla, sumido en inmundicia.
La única forma de cambiar el estilo de vida
político, gozando de oportunidades participativa, es derrumbando, los
estamentos politiqueros y destronando, a patrones enquistados, en poderes y
gobiernos, votando en conciencia, robándole los dineros, a los ladrones, que
nos roban nuestros derechos, para destinar una parte, en comprar de votos. No
tengan miedo, atrévanse. Nada pierden, aprovechando que el voto es secreto y
les va mejor, que comportarse leal, con quienes los utilizan únicamente para
desastrosas perversiones y mantenerse, afianzado en el poder y gobierno. “El
que paga para llegar, llega para robar”.
A menos de 38 días de las elecciones populares, para elegir gobernadores, diputados, alcaldes, concejales y ediles; reina incertidumbre, bajando ritmo de proselitismo y apagando campañas, por solicitudes de revocatorias, inscripciones de candidatos y miembros de listas ante CNE, que hasta ahora, no han revocados algunas, pero pueden operar trampas, de aleados o coligados partidistas por acuerdo internos CNE, para bajar candidatura, dejando “Out” algunas víctimas, es decir, sin opción de participar y competir; no obstante estar imprimiéndose los tarjetones con todos los inscriptos, en listas y candidaturas. ¿A cuántos de los tantos pedidos el CNE, le revocarán? Amanecerá y veremos.
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