Codicia y avaricia, originan riquezas y conflictos
Las codicias y avaricias son fuentes degeneradoras,
en sociedades y comunidades. Existen desde la creación humana, su accionar es
el de perseguir, pisotear, humillar, apropiar, abarcar y envidiar; a sus
semejantes, con conductas y costumbres, devastadoras e hirientes, en diferentes
formas de convivencia.
La codicia, es un deseo extremo, que sobrepasa
límites de tolerancias, en personas por afán de superioridad, que impulsa
algunos individuos, a quererlo todos, aunque estén sobrados, en saldos
bancarios, patrimonios, activos y valores económicos; que no los llenan, por
ambición de tener todo a su favor y exaltar ostentación.
“El que mucha abarca, poco aprieta”, las
cargas de bienes y títulos de valores esclavizan, en lo relacionado a manejos,
cuidados y controles de propiedad privada; por motivos de seguridad, que no
dejan de atormentar y amargar la vida, alejándose de los suyos. Los codiciosos
no comulgan, con generosidad, humildad y bienestar de los demás; sin ninguna
razón de ser.
En la biblia se calificó la codicia, como un
pecado no venial, San Agustín de Aquino, la definía: “la negación de las cosas
eternas por el bien de las cosas mundanas”. Es un amor desmesurado o
descontrolado que enloquece, con apropiaciones de bienes materiales, que lo ubiquen
y posesionen sobre los demás, como un ser supremo, para satisfacer: caprichos,
pretensiones y antojos, que poca felicidad generan.
El deseo de codiciosos es la avaricia,
ignorando que lo material, que en la tierra se adquieren, aquí en la tierra se
queda, cuando nos toca viajar al más allá a la eternidad. El codicioso se
caracteriza por la voracidad de intereses; complementada con oportunidades
propicias, para engañar, intimidar y explotar necesidades; que arrojan jugosas
ganancias, apoyado en prácticas de egoísmo.
El codicioso no se llena, entre más tiene, más
quieren, de ahí, las concentraciones de riquezas en el mundo, en manos y poder
de unos pocos, equivalente al 1 x 1000, de los afortunados habitantes,
existente en la tierra, donde mas de 6000 millones de personas, viven en estado
de pobreza extremas, en tres continentes, Asia, África y América.
La avaricia está implícitamente ligada a la
codicia, de ella se desprende factores, nocivos y tóxicos, generadores de
deslealtad y traición deliberada, en procura de beneficios personales, sin
medir circunstancias, ni consecuencias, de las formas y medios, para lograr
beneficios exitosos a como dé lugar. Los monopolios, exclusividades en negocios,
concesiones, especulaciones, piratería, agiotismos, paga diario o gota-gota
etc. Son unas de las tantas practicas codiciosas, que circulan y rigen, por
costumbres y tradiciones, en nuestros medio social-comunitarios, protegido por
sistemas, políticos administrativos.
El codicioso es un individuo peligroso para la
sociedad, se torna egoísta, negando apoyo, a causas y obras, humanitarias. No
dan puntadas sin dedal, sufren de envidias, aun cuando los tengan todo. No
quieren ver progreso en los demás y viven humillando, a los pobres que nada
tienen, utilizándolos por necesidad, como esclavos, sirvientes o trabajadores
mal remunerados, amedrantado y amenazado.
Al codicioso nacional, internacional o
personal asimílenlo, como un “diablo” con ambiciones, de dueño, amo y señor,
que opera con intenciones perversa y maligna, de enriquecerse a toda costa, por
las buenas o por las malas. El predominio económico, el uso de fuerzas,
corrupción y armas; hinchan orgullos enfermizos e irritables a los codiciosos;
que pierden los sentidos reflexivos, manteniéndose: inquietos, alterado,
preocupado y mortificados, por lo más mínimos. Vulnerables e insensibles, por
picársela de intocable, en uso y disponibilidad del poder económico, que lo
caracteriza y mantiene elevados en las nubes. Muchos naciones imperiales
codiciosas, son provocadoras de conflictos internos e insinuaciones de guerras,
como viene ocurriendo en muchas naciones, Rusia, Ucrania, Siria, Irán, Palestina
e Israel entre otras, por que generan utilidad y ganancias, a las industrias
militares de EE.UU, Europa, Rusia o China.
La codicia abunda por todas partes, en la
sociedad, iglesias católicas y cristianas, que predican, pero no practican, en
comerciantes, agricultores, políticos, financistas, negocios, organizaciones
criminales al margen de la ley etc. El codicioso le satisface: riqueza,
avaricia, vanidad, terror y dominio territorial; que ejercen a estilo
dictaduras, limitando de manera abusivas, libertades personales fundamentales, condicionadas
a restricciones y obediencias forzosas, sin contradicciones y con aberraciones,
para intimidar y generar miedo, en la gente.
Los codiciosos, son celosos y desconfiados, se aíslan y marginan, del calor y afecto humano, en el círculo familiar y amistosos. Cada día quieren inflarse más el apetito ambicioso, solo están pendiente, al movimiento y cuidados de sus riquezas, con propósitos extensivos que los inflan hasta explotar, destruirse y esparcirse, en pedazos inservibles en el aire, que vuelven por gravedad al suelo, porque “la ambición rompe el saco”
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