CANTO DE UN INGENUO
Por: Wilson Rafael León Blanchar
Soy un ingenuo, príncipe de la penumbra,
que ve en el rostro ajeno un cielo y una herida.
He caminado por calles de codicia
donde los hombres, con garras de egoísmo,
devoran sueños como fieras en celo.
Pero en mi pecho, una lámpara vacila:
creo en la bondad oculta en la piedra,
en la luz que duerme tras párpados de sombra.
Soy un ingenuo porque tiendo mis manos
donde otros solo alzan muros de acero.
¿Es fragilidad esta fe insensata
que busca en las aguas turbias un reflejo puro?
¿Es locura mi compasión desnuda
que sangra por las espinas del mundo?
Como Neruda, amo lo que otros desprecian:
los brotes de hierba, la risa sencilla,
las manos callosas que edifican sueños.
Como Pombo, soy el duende que se burla
del ruido voraz de los poderosos.
Soy un ingenuo, sí, y mi soledad
es un jardín donde florecen palabras.
En un mundo de necios, me abrazo al abismo,
porque en el fondo oscuro de la humanidad
todavía encuentro un destello de milagro.
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