La camisa perdida de la transparencia

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Por: Wilson Rafael León Blanchar 


Contaban los muchachos en el parque de la virgencita, debajo del palo de mango viejo que da sombra como si fuera compadre de la Virgen, que Ñoñi y Changa estaban en plena tertulia dominguera cuando apareció Emerson, el hijo de Enrique Marulanda,sudado, con la camisa pegada al espinazo, y una pregunta que prendió la chispa:


—¡Ajá, y a ustedes qué les parece tanta robadera, compadres?.Uno no sabe si es mejor que le quiten con corbata o con boina.


Victor Ñoñi, que venía pelando un mango viche con cuchillo de punta, soltó un suspiro:


—¡Hermano, esto no es nuevo! Lo que cambia es el tipo de forro. Con Duque nos forraron con las vacunas, con las EPS, con los subsidios que se perdían más que pantalón en lavadora vieja. Y ahora con Petro, el mismo gobierno fue el que destapó la olla: Laura Sarabia puso a cantar a los gallos del Palacio y los demás salieron con las plumas revolcás.


—¡Pero no compares, Ñoñi! —dijo Changa mientras se acomodaba el sombrero de cogollo—. El uno tapó todo y el otro, al menos, denunció lo suyo. Que se roben la cortina es una cosa, pero que te desaparezcan el hospital entero es otra vaina.


Emerson soltó la carcajada:


—¡Ave María purísima!, primo, pero ni los gallos están cantando tranquilos! Uno escucha de robo aquí y robo allá, y hasta el gallinero de Don Patricio parece transparente al lado de lo que han hecho en Bogotá.


Ñoñi se limpió la boca con el borde de la hamaca y remató:


—Mira, mijo, el problema no es el nombre del presidente ni su pinta, sino el entramado de rateros con corbata, amigos del presupuesto, que cambian de bandera más rápido que sapo en hoja caliente. Aquí se necesita es voluntad, verraquera y un poco de vergüenza… que parece que se robaron también.


—¡Y una buena chancleta pa’ que suene cuando haya que meter orden! —remató Changa, con ese dejo de verdad que huele a café recién colao.


Se quedaron los tres mirando al cielo, que ese día tenía más preguntas que nubes. Y alguien gritó desde la esquina:


—¡Ñoñi, el gallo ya cantó… y no es campaña, es hambre!

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