La cooperativa de los compadres – Segunda parte

 

hoyennoticia.com

Por: Wilson Rafael León Blanchar 


Pasó apenas un mes desde que la Cooperativa Agroganadera y Turística de Fonseca se inauguró con el dulce pegajoso de Yaya, el chivo escapado de Changa y la música de lata de Efraín. Y aunque en ventas no se habían hecho millonarios, las carcajadas y los cuentos ya corrían por todo el pueblo.


Fue entonces cuando a Enrique Marulanda se le ocurrió la idea:


—Oigan, compadres… ¿y si traemos turistas?

—¿Turistas pa’ qué? —preguntó Toño el Loco, que estaba cortando una llanta con un cuchillo mellado—.

—Pa’ que se tomen fotos, prueben el queso, monten en burro y paguen en euros…


La propuesta entusiasmó tanto que hasta Don Patricio Iguarán dijo que podía ofrecer “experiencias vivenciales” en su gallinero.


Y así fue como un sábado, bajo el sol que derretía hasta los pensamientos, llegó un bus pequeño con cinco extranjeros: dos españoles, una alemana y una pareja de argentinos. Venían con sombreros anchos, cámaras al cuello y una sonrisa que no sabían en lo que se metían.


La primera parada fue el paseo en burro turístico. Changa, como guía oficial, presentó a “Clavito”, un burro viejo que llevaba años sin trotar. La alemana, emocionada, se montó… y Clavito, en vez de caminar, se echó en el piso a revolcarse en la arena.


—Eso es parte del show —dijo Changa, sudando la gota gorda mientras intentaba levantarlo—. Aquí los burros son ecoturísticos, descansan primero.


Luego vino la degustación de productos. Yaya ofreció su dulce de coco, pero como estaba recién bajado del fogón, el argentino, con toda la confianza, se metió una cucharada completa. El grito que pegó se oyó hasta la plaza:


—¡Esto está más caliente que el infierno!


Efraín, mientras tanto, amenizaba con su lata y cuchillo, dándole tal ritmo que los españoles empezaron a bailar vallenato improvisado. Pero en una de esas, el chivo famoso de Changa, que andaba suelto otra vez, se metió en la rueda y terminó jalándole el bolso a la alemana, dejando a todos persiguiendo al animal por entre las matas de plátano.


Al final, los turistas se fueron con queso, arepas, guaireñas de Toño y un montón de fotos con cara de “¿y esto fue real?”.


Enrique, viendo cómo se alejaba el bus, dijo:

—Compa, esta cooperativa no sé si nos haga ricos… pero de aquí a que nos inviten a España a dar conferencias, no es mucha la distancia.


Y todos rieron, mientras el chivo seguía masticando el pasaporte de la alemana en el patio.

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