Educación Física Aplicada a lo Barranquero

 

Por: Wilson Rafael León Blanchar 

En el Colegio Paulo Sexto de Barrancas, el profesor Barreiro siempre aparecía con “soluciones pedagógicas” que nadie entendía pero que él defendía con la solemnidad de un rector. Decía que sus clases eran “prácticas” y que educaban “para la vida real”.

Por ejemplo, en Educación Física jamás se vio una pelota. En vez de eso, un lunes mandaba a los muchachos para los playones del Ranchería a recoger piedras; el miércoles, los ponía a cargar arena; y el viernes, como quien cambia de rutina, los enviaba a arrancar matas secas de la orilla del río.

—Profe, ¿y cuál es el objetivo de esto? —preguntaban los alumnos, jadeando bajo el sol.

—¡De frente, a los playones, AR! —contestaba él, inflando el pecho como un sargento.

Hasta que un día, uno de los más avispados del salón, al pasar por la plaza de Barrancas, descubrió la verdad: ¡el profe Barreiro le estaba vendiendo las piedras y la arena a los albañiles del pueblo!

El rumor corrió más rápido que el chisme de mercado, y la siguiente clase fue un espectáculo. Apenas Barreiro gritó su famosa orden, un alumno se atrevió:

—¡Y la plata, profe?

Barreiro, sin arrugarse, le contestó con su clásico estilo de justicia divina:

—Tienes 1… ¡te toca habilitar por preguntón!

Desde entonces, en Barrancas, cuando alguien ve a otro trabajando de balde, no dice que lo están explotando: dice que está “en clase de Barreiro, Educación Física aplicada”.