EL DÍA QUE TRUMP LE TIRÓ FLORES A PETRO

 

Era una tarde más caliente que totuma al sol en la calle de los Higuitos. En el billar de Machado había más bulla que en parranda de víspera: Chago Pérez metía cabra en el dominó, Escupe Lejos apuntaba su tabaco al poste de la luz, y Efraín, con su cuchara y su lata, marcaba el compás de la charla.

De repente, apareció Enrique Marulanda, con su voz aguda de pito de mototaxi, y gritó desde la puerta:

—¡Oigan, oigan! ¡El loco de Trump volvió a abrir la boca!

Hasta el gallo de la Gillette se quedó en silencio.

—Dijo —leyó Enrique, con los ojos medio cerrados sobre el celular— que “President Gustavo Petro is an illegal drug leader strongly encouraging the massive production of drugs in big and small fields all over Colombia.”

Kiko Toncel, con el vaso de ron en la mano y la barriga feliz, preguntó:

—¡Y eso qué carajo quiere decir, compae! ¿Que Petro es el patrón del monte o qué?

Ahí entró en acción Cecilia Montero, con sus lentes colgandos del cuello y su inglés aprendido entre risas y pizarrones:

—Traducción pa’ los presentes: que según ese gringo, Petro es un “jefe de drogas ilegales” que anda promoviendo la siembra por toda Colombia... grandes, chiquitas y medianas. En buen fonsequero: ¡que el hombre es el capataz de la mata!

Las risas se soltaron de un solo golpe. Choncha, entre timbales, gritó:

—¡Ese Trump está más perdido que Calilla en boca de vieja!

Taparito, el político de la esquina, agregó con tono de mitin:

—Eso lo dice pa’ pescar votos, no porque sepa de leyes.

Entonces Enrique siguió leyendo:

—Y añadió: “Better close up these killing fields immediately, or the United States will close them up for him, and it won’t be done nicely.”

Cecilia Montero levantó la mano otra vez, seria y pedagógica:

—Traducción: que si Petro no cierra los “campos de muerte”, los gringos los van a cerrar por la fuerza… y no con flores, precisamente. Pero eso —y aquí les aclaro— no tiene peso legal alguno. Trump no es juez ni fiscal, ni tiene autoridad para acusar a un presidente en ejercicio.

—¿Entonces eso qué es, profe? —preguntó El Oso, entre risas.

—Eso —dijo ella, saboreando el trago— es puro show político. Mucho ruido y pocas nueces.

Jolón, ya medio ebrio, levantó su dedo filosófico:

—Aquí el único campo que se cierra es el del que no paga la ronda.

Efraín comenzó a golpear la lata como tambor de protesta, Choncha se unió con los timbales, y Escupe Lejos lanzó una bocanada de humo que subió derecho al cielo, como carta diplomática en forma de tabaco.

Desde la esquina, Guillermo Segundo Parodi levantó su vaso y sentenció con tono de maestro:

—Mientras los gringos disparan palabras y se creen jueces del mundo, nosotros seguimos siendo libres, alegres y conscientes de lo nuestro. Aquí la justicia no se grita… se conversa con ron y sabiduría.

Y todos brindaron al unísono:

—¡Que viva Fonseca, más libre que lengua de loro en sequía y más firme que palabra de costeño bravo!