El Pacto Histórico y el relevo generacional en La Guajira
En octubre de 2023 publiqué una columna titulada “La pifia del Pacto Histórico en La Guajira”. En aquel momento señalé que la fragmentación, los egos y las alianzas con la politiquería tradicional habían dilapidado una oportunidad histórica. Riohacha —entonces el principal bastión de la alternatividad política— quedó sin representación en el Concejo y con un electorado confundido. La división interna había derrotado al proyecto de cambio antes de enfrentarse a las urnas.
Dos años después, el panorama muestra señales distintas. La consulta interna del Pacto Histórico, realizada el pasado domingo 26 de octubre, ha sacudido el tablero político regional. Con casi 50.000 votos en la plancha y la victoria de un joven de 23 años, Límbano Díaz Hernández, abogado y defensor de derechos humanos, quien obtuvo 14.000 sufragios, se vislumbra el inicio de un proceso de relevo generacional y ético en La Guajira.
El primer factor que explica este resultado es la reacción nacional y regional ante la ofensiva de la derecha, tanto en Estados Unidos —con el regreso del discurso autoritario de Donald Trump— como en Colombia, donde sectores radicales extremistas han intentado deslegitimar al gobierno del presidente Petro.
Lejos de retraerse, amplios sectores del país salieron a respaldar al partido del presidente, convirtiendo la consulta en un acto de reafirmación política y moral. En La Guajira, donde las políticas de inclusión y justicia social han tenido impacto directo, ese respaldo se tradujo en participación masiva y entusiasmo popular. Se puede considerar que hubo un plebiscito donde se respaldó un programa de gobierno nacional centrado en el rescate del ser humano. Casi tres millones de votos válidos lo atestiguan, en una jornada sin ofrecimiento de agasajos. Además, separada de los consabidos trenes electorales de elección de representantes a la cámara, al senado o a presidente.
El segundo elemento es el triunfo de Límbano Díaz Hernández, un joven abogado de 23 años, defensor de derechos humanos e inmerso en las luchas populares. Su victoria tiene una dimensión simbólica: rompe el molde de la política tradicional, dominada por apellidos de siempre y acuerdos de conveniencia.
Límbano representa una generación que no pide permiso para soñar un país diferente. Su discurso limpio, su autenticidad y su conexión con los sectores populares lograron movilizar a jóvenes, mujeres y comunidades cansadas de la corrupción. Su elección marca un punto de inflexión: la ciudadanía ya no busca salvadores, sino representantes con ética.
El tercer factor es el hartazgo generalizado con la clase política local, esa que define candidaturas en conciliábulos y utiliza el Congreso como plataforma para negociar prebendas. La consulta del Pacto Histórico fue, en buena parte, una rebelión pacífica contra esa forma de hacer política. La gente votó no solo por una lista, sino contra la mediocridad y la desfachatez que han condenado al departamento al atraso. Este voto de inconformidad no pertenece a un partido: es un sentimiento social que busca dignidad.
Lo ocurrido el 26 de octubre demuestra que el Pacto Histórico puede reinventarse si aprende de sus errores. Hace dos años, en “La pifia del Pacto Histórico en La Guajira”, advertí que la dispersión interna era su principal enemigo. Hoy, la lección está sobre la mesa: la unidad debe construirse desde las bases, no desde los pactos burocráticos.
El futuro político de La Guajira puede empezar a cambiar si este nuevo liderazgo joven mantiene la coherencia, la independencia y el compromiso ético que la gente le está reconociendo. La historia rara vez da segundas oportunidades. Esta, sin duda, vale la pena no desperdiciarla.

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