Entre el cálculo y la convicción: ¿A quién seguir en tiempos de confusión política?
Autor: Wilson Rafael León Blanchar
Resumen
Este ensayo examina la dualidad entre el cálculo político y la convicción ideológica como fundamentos de la acción política moderna. Partiendo de la afirmación “los políticos de derecha actúan desde el cálculo político y los políticos de izquierda, como Petro, desde la convicción”, se analizan casos concretos de líderes contemporáneos de ambos espectros, como Donald Trump, Jair Bolsonaro y Gustavo Petro, en el contexto de la tensión global entre Occidente y Oriente. Se concluye que el liderazgo auténtico requiere un equilibrio entre la estrategia racional y la coherencia moral, pues solo así la política puede reconciliar el poder con la ética.
Introducción
La política del siglo XXI se encuentra atrapada entre dos pulsos opuestos: el cálculo y la convicción. En el primero, el poder se entiende como un tablero donde cada movimiento es táctico; en el segundo, como una causa que exige fe, riesgo y coherencia. La afirmación de que “los políticos de derecha actúan desde el cálculo político y los de izquierda, como Petro, desde la convicción” revela un dilema que va más allá de los partidos: plantea una diferencia moral y civilizatoria sobre el sentido del poder.
En un mundo dividido entre Occidente y Oriente, la política ya no solo enfrenta debates ideológicos, sino conflictos de modelo civilizatorio: la libertad individual frente al colectivismo, el mercado frente a la justicia social, y la diplomacia de intereses frente a la ética de los pueblos.
El cálculo político: la razón instrumental del poder
Los líderes de derecha tienden a operar desde una racionalidad estratégica. Donald Trump, por ejemplo, representa la versión contemporánea del cálculo populista, en el que la manipulación emocional se convierte en herramienta de poder. Su lema Make America Great Again no apelaba tanto a una convicción moral, sino a una táctica de movilización basada en la nostalgia y el miedo (Levitsky & Ziblatt, 2018).
De igual manera, Jair Bolsonaro en Brasil y Giorgia Meloni en Italia han hecho de la retórica nacionalista y conservadora una fórmula eficaz para consolidar electorados diversos, utilizando el cálculo discursivo como vía de control emocional y político. En ellos, el poder se sustenta en el marketing y la polarización, no en un proyecto ético coherente.
Como señala Bauman (2017), la política moderna en Occidente se ha vuelto líquida: todo se adapta, todo se negocia, y los principios se diluyen. El cálculo político garantiza victorias inmediatas, pero rara vez deja legados duraderos.
La convicción: la política como ética de la esperanza
En el otro extremo, los líderes de izquierda se caracterizan por actuar desde la convicción, entendida como una fe en la posibilidad del cambio social. Gustavo Petro, por ejemplo, ha hecho de la lucha contra la desigualdad y el cambio climático su plataforma ética. Sus discursos no buscan la comodidad del statu quo, sino la incomodidad del despertar colectivo.
Lula da Silva, en Brasil, representa otro ejemplo de liderazgo por convicción. Su historia de vida, desde el sindicalismo hasta la presidencia, encarna la política del esfuerzo y la empatía social. Su retorno al poder en 2023 simboliza el triunfo de la perseverancia ética sobre la persecución judicial y el desgaste institucional.
En el plano global, líderes como Xi Jinping en China o Nguyen Phu Trong en Vietnam expresan otro tipo de convicción: la del modelo oriental, basado en la disciplina, la estabilidad y la planificación estatal. Aunque sus sistemas son cuestionados por su rigidez autoritaria, mantienen una convicción estructural distinta al pragmatismo capitalista occidental. Este contraste reafirma la tensión Occidente vs. Oriente, donde la política no solo se define por ideologías, sino por visiones civilizatorias de futuro.
Cálculo y convicción en tensión global
En el tablero geopolítico, la confrontación entre Occidente y Oriente refleja una pugna entre dos racionalidades políticas: la utilitaria y la histórica. Occidente —representado por Estados Unidos y la Unión Europea— tiende a actuar desde el cálculo estratégico, defendiendo su hegemonía económica y militar. Oriente —con China, Rusia e Irán como polos emergentes— opera desde la convicción de desafiar ese orden, apelando al discurso de soberanía, multipolaridad y resistencia cultural.
Esta tensión no solo es geográfica, sino filosófica. Mientras Occidente defiende la política del éxito inmediato, Oriente promueve la política del largo plazo. En palabras de Huntington (1996), el mundo actual vive un “choque de civilizaciones” donde las ideologías se transforman en narrativas de identidad.
En medio de ese escenario, Colombia y América Latina deben aprender a navegar entre ambos mundos, sin perder su ética ni su independencia. El liderazgo de convicción —como el de Petro— no puede desconocer la necesidad de cálculo, así como el cálculo de las derechas no puede seguir divorciado de la sensibilidad social.
¿A quién seguir? Ética ciudadana y responsabilidad colectiva
La pregunta “¿a quién seguir?” no se resuelve con una bandera política, sino con una brújula moral. Los pueblos deben seguir a quienes muestren coherencia entre discurso y acción, a quienes no teman decir la verdad aunque pierdan poder. Seguir a alguien no es rendirse a su figura, sino acompañar su causa.
El ciudadano moderno debe desconfiar tanto del cálculo vacío como de la convicción fanática. El equilibrio entre ambos define la madurez democrática. En una época donde las redes sociales magnifican la apariencia sobre la sustancia, el reto no es creer, sino discernir.
Conclusiones
El debate entre cálculo y convicción atraviesa todas las ideologías y geografías. En Occidente, el cálculo político amenaza con convertir la democracia en espectáculo. En Oriente, la convicción puede degenerar en dogma. En América Latina, el desafío es construir una síntesis: una política con visión ética, sensibilidad social y sentido estratégico.
El futuro no pertenece a la derecha del cálculo ni a la izquierda de la fe ciega, sino a la política que combine inteligencia y conciencia.
Los pueblos no deben seguir personas, sino principios; no deben elegir ídolos, sino ideas.
Solo cuando el cálculo se ponga al servicio de la convicción —y la convicción se oriente con razón—, la política volverá a ser un acto de servicio y no de ambición.
Referencias
Bauman, Z. (2017). Retrotopía. Paidós.
Dussel, E. (2006). 20 tesis de política. Siglo XXI Editores.
Huntington, S. P. (1996). El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial. Paidós.
Levitsky, S., & Ziblatt, D. (2018). Cómo mueren las democracias. Ariel.
Weber, M. (1919). La política como vocación. En El político y el científico (pp. 77–129). Alianza Editorial.
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