Juan Radillo y el muerto de "El Chorrito"

Hermes López D.
Hace muchos años en Riohacha no podía morir alguien porque al poco tiempo su espíritu era visto por algún vecino y esto se convertía en la comidilla del vecindario que decía que el ánima del difunto estaba en pena y había que mandarle a decir una misa para que descansara en paz.
Esto era común en nuestro pueblo que, por ser pequeño, la noticia se regaba como pólvora y causaba temor salir de noche por las calles del sector en donde moría la persona que tenía su alma en pena.
Hace pocos días me encontraba con unos amigos recordando esos tiempos y salió a colación la anécdota que ocurrió con Juan Radillo, su padrino Héctor Gutiérrez y José María Zubiría “Chicote”, los tres ya fallecidos.
Resulta que en el “Chorrito”, un local en donde vivían las meretrices de esa época, existían los rumores que en el patio de dicho lugar veían el fantasma de una persona que allí fue asesinada.
Por ese motivo, las mujeres, en los días en que no llegaban clientes, se encerraban temprano en sus cuartos y no salía por temor de encontrarse con el fantasma. Juan Radillo, un muchacho en ese entonces. Era el único que deambulaba a todas horas por ese lugar.
Eso hizo que adquiriera la fama de valiente. Una vez se encontraba Chicote hablando Héctor, dueño del local, tocaron el tema de Juan y se propusieron hacerle una jugada para comprobar si este en verdad era valiente o eran apariencias.
Héctor y Chicote se pusieron de acuerdo y aprovechando que Juan se encontraba haciendo unas compras para surtir la tienda, acordaron un plan para ponerlo en práctica en cuanto él llegara del depósito del difunto Gerardito García, que se encontraba ubicado en donde hoy está el edificio El ejecutivo.
En efecto, cuando Juan apareció en la esquina de Flor Torres, calle 9 carrera cuarta, los dos se fueron hasta un cuarto que estaba desocupado y cerrado con candado. Lo abrieron, Chicote se metió y Héctor cerró la puerta dejándolo encerrado y se fue para la tienda.
Cuando Juan llegó, Héctor le dijo que a la pieza tal debía hacerle una limpieza porque la iba a ocupar una pareja que quedó en volver luego. El muchacho enseguida cogió la escoba y se dirigió hacia la habitación.
Cuando estaba abriendo el candado, Héctor le gritó – Oye Juan, pilas que allí sale un muerto – a lo que Juan respondió – Que me salga pa’ que vea que le quiebro los huesos a punta de escoba – Luego abrió el candado, empujó la puerta que tapó a Chicote que se encontraba escondido dentro.
Radillo empezó a barrer desde un rincón, silbando una melodía desconocida y se dirigía de espaldas hacia Chicote y cuando estaba cerca, este, estiró el brazo, le puso la mano en el hombro y le dijo – Hola compae Juan – Contaba después Chicote que Juan, quien tenía el pelo retorcido como un resorte de fosforera, el cabello se le estiró y parecía un puerco espino, pegó un grito, que más bien parecía un alarido, y dijo – Ay mi madre – y arrancó a toda mecha pasándole por un costado a su padrino Héctor tan veloz que parecía un bólido en fórmula uno.
Juan llegó a su casa y se lanzó de cabeza sobre la cama con escalofríos y delirios ocasionados por la fiebre. Chicote salió detrás de Juan muerto de la risa y se marchó para su casa, Al regresar al otro día, preguntó por el asustado y le dijeron que este se encontraba grave y no daba para levantarse de la cama.
Ante esto, Chicote se dirigió hacia la casa de Juan y fue recibido por Zoila Radillo, madre de este, quien le dijo que a Juan el frío del muerto le había provocado una fiebre alta que no se le había quitado desde que llegó.
Chicote, un hombre negro, de 1.80 centímetros de estatura, llegó hasta donde se encontraba el enfermo, le preguntó que le había pasado y Juan con voz temblorosa le dijo que en un cuarto le había salido un muerto. Chicote riéndose le dice – No seas pendejo Juan, el que te asustó fui yo y este le responde con voz lastimera – pa´ jodete, aquel era blanco y bajito. Contaba Chicote que Juan ni volteó cuando él le puso la mano en el hombro. Lo curioso del caso es que la escoba que Juan se llevó para barrer la habitación nunca apareció. Dios nos bendiga.
6 comentarios
Comentarios
Nibya Montenegro Gomez Jajajajaja buena historia
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45 min
Jehiminson Zuñiga Pana Gracias familia por contar estas anecdotas de nuestra querida riohacha...
Espero que lo siga haciendo esto enrriquese mi lexico costumbrista...
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2
41 min
Lilian Davies COme recuerda a historias de mi pueblo norteño :ALEJANDRA ,,igualitas
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1
34 min
Alma Hernandez Jajaja jajaja jajaja jajaja jajaja jajaja jajaja jajaja jajaja y quién con tremendo susto como este, no ve hasta los huesos blanquecinos, ve? Jajaja jajaja jajaja jajaja y hasta las consabidas fiebres y fríos que dejan las apariciones del más allá, jajaja jajaja jajaja jajaja jajaja.
Gracias Hermes López Deluque por recrearnos y divertirnos con las anécdotas de la tierrita que nos vió nacer y crecer.
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2
32 min
Alma Hernandez Hasta el más guapo se caga del susto, jajaja jajaja jajaja jajaja jajaja jajaja jajaja
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2
30 min
Jose Luis Oñate Tremenda broma...me he sabido reír.creo que me llegué a situar a la época de los hechos...vi al pobre Juan.corriendo del susto y chicote riéndose....Buena anécdota...De esos personajes tuve la oportunidad de conocer a Cbicote.si no estoy mal él debutó en la radio.en la emisora radio almirante o la voz de Riohacha.....

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