LAS DEUDAS DE LA NACIÓN CON LA GUAJIRA

LAS DEUDAS DE LA NACIÓN CON LA GUAJIRA
COLUMNISTA.
POR HERNÁN BAQUERO BRACHO

La historia es cosa fregada. Siempre se devuelve en el tiempo y casi en el mismo espacio. Lo que ocurrió en el ayer, puede volver a suceder en el hoy presente.  Después de vivir nuestro departamento una época de vacas gordas, gracias a los recursos de regalías que por más de 30 años recibió de manera extraordinaria y que hoy la opinión pública en general ha salido a cuestionar la forma en que se invirtieron tales recursos lo que ha generado opiniones de todo orden tanto a nivel nacional, regional y departamental. Como siempre más de uno de acuerdo a sus intereses pesca en rio revuelto. De que los recursos se mal invirtieron o se mal planificaron en su ejecución, o se atomizaron de manera desordenada, existen verdades y existen mentiras. Pero la verdad más asombrosa es que La Guajira volvió a ser la cenicienta del pasado y más grave aún un ente de limosna que nos caracterizó en ese pasado donde esta región de la patria, era considerada como una zona olvidada e inexistente para los colombianos.

Por ello, al hacer un balance comparativo entre lo presupuestado, lo ejecutado, lo invertido de ese balance tanto financiero como social, podemos llegar a la conclusión de que las deudas de la nación   que tiene con La Guajira, son enormes y de cuantioso valor. Es tanta la deuda social que Colombia tiene con esta sección del país que en las épocas de las bonanzas ilícitas que recibió La Guajira, el país “cachaco” se hacia el de la vista gorda para no tomar represalias con los guajiros. Es más en plena bonanza marimbera, el presidente de la época, Alfonso López Michelsen,  dio la orden de abrir una ventanilla en el Banco de la República de Riohacha, para que los guajiros pudieran legalizar los dólares obtenidos por la economía subterránea que se movía con el negocio de la marihuana con los gringos. ¿Por qué lo hacía? Por la incapacidad del mismo gobierno nacional para atender las enormes  necesidades básicas insatisfechas que padecía y continúa padeciendo nuestro departamento. De esta manera se desviaba el descontento y el abandono en que siempre Colombia ha mantenido con la península guajira, es decir la apertura de esta ventanilla fue un contentillo para con todos nosotros, un elemento de distracción.

Pero el rezago presupuestal y social que la nación tiene con La Guajira es enorme y de ahí que cuando comenzamos a recibir los recursos de regalías, eran tantas las necesidades que nuestros gobernantes comenzaron a invertirlas en lo que ellos creían que era las necesidades más apremiantes. Pero faltó la dirección, acompañamiento y planificación del mismo gobierno nacional para orientar a nuestros dirigentes de los enormes recursos que comenzaba a recibir el departamento por concepto de regalías de gas y carbón. Si éramos una región abandonada, sin ninguna ayuda oficial, con excepción del gobierno del General Rojas Pinilla, quien fue el único que hizo presencia en La Guajira, especialmente en la zona indígena, como íbamos a realizar una buena planificación de los recursos que entraron de manera copiosa y abundante. Hasta en eso, el gobierno nacional fue irresponsable y nos siguió tratando como de tercera y no previó lo que se vendría décadas más tarde y lo que hizo fue de tratarnos de corruptos y de bandidos, y de paso con el acto legislativo número 11, de un zarpazo nos arrebataron las regalías que por derecho propio nos pertenecen, ya que los daños colaterales lo recibimos nosotros y como en el cuento de Samaniego, ellos se quedan con la vaca y la leche y nosotros con el balde.

Siendo La Guajira un lugar privilegiado por explotar especialmente en el turismo y por ser zona de frontera terrestre y marítima, ¿Cómo es posible que las grandes inversiones que se dan en otras regiones de la patria, aquí no se inviertan? ¿Cómo es posible que no contemos ni con unas buenas vías, cuando la realidad es que nos continuaran dando reparcheó a esas vías, con la mal llamada ruta del sol? ¿Qué hacer? ¿Rebeldía? ¿Exigir? No sé.  Lo único que se vislumbra a futuro son nubarrones negros en prosperidad, desarrollo y mala calidad de vida.No podemos negar que el actual gobernador, un profesional bien preparado con su plan de desarrollo busca un cambio de ruta y un norte para nuestro departamento basado en sus cinco ejes temáticos y aplanar la curva de desigualdad que nos asfixia ante nosotros mismos y ante el país. Esperemos salir de esta desigualdad, aunque con esta pandemia con la crisis nacional la cosa no esta nada fácil.

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