Novela de Leandro Diaz estancada en Matilde Lina
Por Martín Nicolás Barros Choles
La novela “Leandro Diaz”, difundida por el
canal televisivo RCN, ha tenido grandes acogidas en los televidentes, conectados
en horarios, de mayor sintonía nocturna, marcando un alto rating, propicio para
jalonar y contratar pautas publicitarias.
La
actuación del cantante, Silvestre Dangond Corrales, como autor principal,
personificando al maestro inédito, Leandro Diaz Duarte, ciego de nacimiento,
pero con ojos en el alma, le ha servido para el éxito, inspirando notas
melodiosas, en su iluminado pensamiento, dirigidas, al amor, ambiente, amigos y
parrandas, entre otras.
La historia de Leandro Diaz, tiene mucha tela
que cortar, hablar y comentar; es un largo legado ejemplarizante, digno de
conservar, valorando sus obras, reflejadas en canciones de sus autorías, entre
las cuales se ha destacado el tema “Matilde Lina”, grabadas en diferentes
formatos, de géneros musicales, simbolizando el folclor en la música vallenata.
La citada canción fue grabada por primera vez en el año 1970, por el
canta-autor, Alfredo Gutiérrez. La composición ha gustado tanto, por el
contenido poético pegajoso, con versos chiquiticos, bajito de melodía, que le
ha dado la vuelta al mundo y no pasan de moda
La
novela de Leandro Diaz, ha centrado el desenlace en “Matilde Lina”, lo que me
ha llevado a considerar, que el titulo de la novela, debió llamarse “MATILDE
LINA”, que es apena una parte, de las múltiples, composiciones, anécdotas,
acontecimientos y circunstancias; registradas en la vida de Leandro Diaz, por
lo que veo podría quedarse incompleto, el historial novelesco.
Si el titulo de la novela hubiese sido “Matilde
Lina”, podía haber incorporado apartes generales, historial del maestro
Leandro, registrado por el autor de referenciada canción, durante el curso de
su vida. Ahora tienen el compromiso, de cumplimiento con los televidentes, de presentar
fragmentos, diferentes a “Matilde Lina”, remplazando al actor principal,
Silvestre Dangond, por motivo de envejecimiento de Leandro. De haberla titulado,
“Matilde Lina”, la musa que originó la canción, que aún vive, podría terminar
la actuación con el mismo actor, de la música vallenata.
Por lo
menos, se necesitarían varios capítulos, extraídos de composiciones originadas
por hechos reales, ocurrido a Leandro, como aquella de enlaces y emparejamiento
familiar, de habitantes del pueblo de Tocaimo, municipio de Sandiego Cesar,
donde se residenció, compuso una canción, mencionándolo a todos y pidió apoyo
económico, a familiares, amigos, vecinos y conocidos, para viajar Hatonuevo, a
la fiesta patronales de la Virgen del Carmen, de quien era devoto. Alcanzó a recolectar
$72, que le sirvió, para los pasajes. La canción titulada, “La Trampa” refiriéndose
a Tocaimo, pueblo, donde vivía una viuda, que Leandro se moría por ella.
Leandro Diaz, era un trovador, andariego,
romancero, parrandero y mujeriego. Al igual que los marinos, quería tener un
amor, en cada pueblo, para abarcar un harén de mujeres, que entusiasmaba y se
perdía en sus correrías. En aquel entonces, no había celulares, ni telefonía
rural, para comunicarse. Las mujeres se aburrían esperando, cuando volvía por
el pueblo en busca de la hembra que timbró, algunas las encontraba, diferentes,
esquivas o vacilantes, originándole, desamor y sufrimiento, por su sensibilidad
desgarradoras, con emociones frustrada y sentimiento encontrado. Las mujeres
son de poca espera, de ahí la inestabilidad, de músicos bebedores, que duermen
poco. con sus parejas.
Leandro trazó una ruta en el mapa geográfico
de Barrancas, en busca de una muchachita bonita, con la canción titulada “Donde?”,
recorriendo los corregimientos incluido Hatonuevo, antes de ser municipio, veredas
y caseríos de Barrancas, a ver en cuantas caían en las redes, del lugar donde la
encontraba. Alcanzó, a pescar “La gordita” a quien castigó por el vacilón con
una canción. A raíz, de ese desengaño, no quiso más nada con gordita. Tuvo
cargado de desencantos, que reflejaba en canciones, tales como: “Mal herido” “Esperanzas
perdidas” “A mí no me consuela nadie”, “Olvídame”, Solo fuiste un accidente” “Seguiré
penando”, “Decidí cambiar” entre otras populares.
Aparte de las inspiraciones relacionada, con
amor y desamor, divertía las parrandas, exaltando virtudes y empatía, amistosa,
recorriendo las fiestas patronales, de los municipios del Sur de La Guajira,
acompañado, de Emiliano, Moralito y Toño Sala, invitados por alcaldes. Leandro
sobrado de cualidades, dotado por Dios, que no lo abandonó, dejándolo solo,
colocando visión en el alma, para impulsarle el pensamiento prodigioso, que
alegran a sus seguidores, cantándole a la vida y el amor, con el “Cardón
Guajiro”, “La parrandita” “La trampa” “Negrito sabrosón”, “La contra”, “Abajo
del palo de mango”.
El que mucho abarca, poco aprieta. Mas vale
una paloma en las manos, que cien volando. El amor de pareja, es como el
jardín, que, si no se asiste, mima y descuida, se marchita u otros, se lo
apropian. Leandro Diaz, vivía desilusionándose, de muchas pretendidas, que
trataba y se enamoraba, pero no las atendía de manera constantes, sino
ocasional, por condiciones: física, económica y musical, de andar errante, de
un lado para otros. A Leandro Diaz, no le fue mal con las mujeres, manoseó,
besó, picó y comió; bastante, pero no se llenó y quería más, pavoneando
coquetería y secreto al oído. Fue una persona admirable de gran valor,
conectado con la naturaleza y el medio folclórico, que nos rodea. Ovacionado
por su talento y destreza, en el ambiente popular, de quienes los admiraba y
querían.
Alfredo Gutiérrez, en la transformación de música de acordeón, temporada famosa, dio a conocer en las farándulas musical, las canciones de autoría de Leandro Diaz, a partir 1968, “El Enamorado” “Matilde Lina” “Camaleona” “Sabor a primavera” “Diosa Coronada” “Quiere” “La Trampa” etc. Estas canciones, también han sido grabadas por otros artistas. Seria importante detallar sin “Matilde Lina” huellas relevantes, grabadas, sobre correrías, amoríos, trajines, despecho y aventuras; en historias de Leandro Diaz, diferentes, que no deben omitirse, al maestro Homero, de la música vallenata, para que no quede únicamente el relato de “Matilde Lina”, debiendo reseñar otras imágenes, para coherencia, con el título de novela y no caer, en monotonía u omitir, parte esencial de la vida histórica.
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