Los que ayer protestaban hoy gobiernan y viceversas en oposición

 

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 PorMartín Nicolás Barros Choles                    


Después de haber concluido la hegemonía de más de un siglo de gobierno, ejercido por partidos políticos, de tendencias tradicionales, relacionado con centro derecha, fue derrotada, en pasadas elección presidencial, por coalición de centro izquierda, que gobiernan, con el presidente Gustavo Petro Urrego. La decisión popular, no debe ser motivo de discordias, sino de reflexión, entendimiento y comprensión, con el sistema popular democrático.


 Los cambios en sentidos contrarios, de quienes gobernaban, conllevan hechos, relevantes y traumático, que generan, sentimientos de odios, enojos, reproches e insultos; no solo, de quienes pierden el mando o gobierno, sino también, al interior de quienes asumen el nuevo gobierno, por diferencias y discrepancias, de intereses particulares, personales.


El inicio de gobierno del presidente, Gustavo Petro, arranca con hoja de ruta, plasmada en Plan Nacional de Desarrollo y varios proyectos de reformas, que pondrá a consideración del Congreso, para su aprobación, en coalición multi partidistas.


 El tigre no era como lo pintaban, en alusión al presidente Petro, que lo referenciaban como lo peor, durante la campaña política, para generar e infundir miedo. Inventaron que expropiaría la propiedad privada, hasta convertirnos como Venezuela. Que ahuyentaría y perseguiría, a ricos e inversiones financieras. Nada de eso está proyectado, ni mucho menos van ocurrir. Por el contrario, facilitará diálogos y atenderá, para solución, los múltiples problemas heredados, que padece el territorio nacional.  Facilitará y ofertará, apertura de emprendimientos, en agricultura, medio ambiente, turismos, comercios y otras; fuentes de origen económico.


Hera de esperarse, reacciones de opositores, que terminaron derrotados, porque el pueblo, quiso experimentar un nuevo nuevo estilo de gobierno, cansado de la continuidad, con los mismos. Si embargo los derrotados, han perdido, la decencia y el respeto, con comportamientos: agrestes, tóxicos, caprichosos y radicales; exigiendo cumplimientos, de acciones y circunstancias que, durante su cuarto hora de gobierno, omitieron hacer o ejecutar. Duele perder el poder, en tradición de antaño. 

 

La izquierda por fin tiene la oportunidad de gobernar, con el presidente, Gustavo Petro, después de manifestarse durante muchos años, en protestas publica, buscando la presidencia. Hoy la tiene y debe destacarse, de manera altruista y positiva, en forma general, haciendo y corrigiendo lo que ayer, cuestionaban y protestaba, de manera incluyentes y transparente, para aplacar, desatinos de opositores, contradictores y detractores; que se cierran, a ignorar o desconocer, la realidad en variedades de cambio. Todo lo criticaran y nada huele bien; como si viniéramos de gobiernos intachables.


 El presidente Petro, sortea situaciones de oposición, paros y protestas; con paciencia y prudencia, abierto al dialogo y presto, a la concertación, para consolidar acuerdos, dejando a un lado, obstinaciones e imposiciones.


 Están enunciadas, proyectos de reformas, en: salud, agricultura, pensiones, laboral, justicia, educación etc. Cuando muchos pensaban que, con la presidencia de Petro, se acabarían las protestas populares; por el contrario, se han multiplicado los paros en carretera en corto tiempo. La moda ahora es pedir con paro, sin medir consecuencia, de los daños que causan.


El equipo ministerial del gobierno, no está cohesionado, falta sintonización y sincronización, del presidente Gustavo Petro, con sus ministros y estos, entre sí, mediante informaciones y comunicaciones directa, para evitar que generen: especulaciones, desinformaciones y ruedas sueltas; divergentes y chocantes, utilizada por opositores para desacreditar y difamar, por diferencias de intereses y criterios de opinión.


En Colombia seguirá un gobierno normal, con oposición temerarias y un Pacto Histórico, sin alternativa sólida, por carencia de unidad coherente, entre quienes lo conforman y por estar esparcidos, en islas y lagunas, fraccionados en “rompe cabeza”, que conlleva al fracaso prematuro en corta vida.


Mientras persistan: corrupción, avaricia, insolidaridad, indiferencias, direcciones torcidas o falta de esta; predomina el desorden, individualismo y delincuencias, constituyéndose en vacíos y tinieblas, para cualquier partidos, movimientos y organización política.


 El poder de gobernar en democracia, está sujeto a término de periodos. En cualquier juego, no hay otra lógica, diferente a la de ganar o perder. Las derrotas dejan enseñanzas y “no hay mal, que por bien no venga.” Sirven para erradicar maleza y parásitos.


 Es importante asimilar, para mejorar, hechos y errores, proyectar nuevas perspectivas, dejado atrás el pasado, para acondicionarse y adecuarse, a novedades viable presente, sin dejar de participar y pronunciarse, en favor o en contra, de hechos, operaciones y proyectos de gobierno. El poder no se conquista con: martirios, ofensas, amarguras, infamias, calumnias, soberbias, arrogancias, amenazas y alteraciones del orden púbicos.


Estamos acostumbrados a manifestarnos en protestas, por inconformidades contra gobiernos, marchas populares, paros, bloqueos, obstrucciones de vías y espacios públicos. De hecho, generan daños y perjuicios, cuando se manifiestan en forma: violentas, consecutivas y de mala fe.


 La democracia como gobierno del pueblo, no excluye, ni privilegia exclusividad, en distinguidas familias de “realeza colombiana” ni a carteles politiqueros para gobernar.


 Estamos en igualdad de derechos, para: gobernar, elegir y ser elegido; indiferentes de tendencias, derecha, centro, izquierda y otros; respetando, diferencias, ideológicas, políticas, religiosas, socialistas y capitalistas. Lo malo, es la consentida y perversa corrupción. Nos bandea, blanquea, contamina y enfrenta; por intereses innobles, en forma ilegal  

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