La Guajira bonita y positiva, donde los guajiros hemos disfrutado muy poco con lo mucho que tenemos

 

hoyennoticia.com


Por: Ana Cecilia Fuentes.

(Periodista)


La Guajira es la tierra del cactus, del mar, la sal, el municipio de Manaure, donde están las pozos salinos, el oscuro y bello paisaje carbonífero, además de una tierra salvaje de espinosos senderos pero de gente amable, la cual puede sufrir por un derrumbe, por un rio que tiende a desaparecer, por un perrito abandonado en el desierto, pero que a la vez se puede extasiar contemplando un hermoso atardecer Guajiro, acampar para contemplar el Faro en el Cabo de la Vela, así como el guajiro también es feliz al observar los extremos de los colores, el blanco y el negro, las costumbres del Wayuu y el Wiwa, sus formas de vida, así como el indio que se resiste a cortar el árbol y arrojar basura al rio porque son sus dioses que representan a la madre naturaleza a la cual nuestros ancestros veneraron y le ofrecieron prebendas y rituales como verdaderos dioses, el sol, el agua, los ríos, a los cuales no solo hay que cuidar sino venerar como algo sagrado. Admirando la serranía de la Macuira, el Parque Nacional, el cual se convierte en una Isla vegetal en pleno desierto.


Cubierta por una bella nube en nuestras serranías, una vegetación típica, allí en nuestra Guajira bonita y positiva, con un ambiente húmedo propicio para la existencia de nuestros bosques de bellas orquídeas con olor a pesebre donde las nubes se chocan con el viento y con las montañas; por otro lado el rio Ranchería, que pasa muy cerca del complejo carbonífero El Cerrejón, para luego atravesar las desérticas tierras de la parte alta, testigo de las dos caras, una del carbón y la otra de la moderna tecnología utilizada para extraer la sal a lomo y sudor por nuestros indígenas, nuestra Guajira bonita y positiva no ha llegado a la industrialización por lo que se quedó entre la mula y el indigena que luchan por conservar su estirpe de indio que ama su suelo pese al desierto, el que aprendió a querer como a un oasis cubierto de nubes y de un habitad de valiosa especies de flora y fauna en el piquete de la Macuira.


Este es un relato de nuestra Guajira bonita y positiva, allí el Cerrejón con la moderna tecnología , nuestros clanes matriarcales, matrimonios y funerales y la cuna del mamo, el que controla el descanso de las aves, las energías negativas de los arijunas, así coma las largas horas bailando la chichamaya; baile típico de nuestra etnia Wayuu – Es un compromiso a través de nuestro espacio radial Comunicación y tejido Social incentivar el cuidado del medio ambiente, con nuestros Jagueyes, depósitos de agua dulce muy cotizados desde Riohacha, la capital; la troncal del caribe en la cabeza del mapa, coma diría el desaparecido Hernando Marín – La Dama Guajira.


El departamento más bello que tiene Colombia. Luce hoy encabezando el mapa coma una bella y exótica Guajira, sorprendente ante quienes escuchan y quienes cuentan nuestra historia coma la del Mamo en la Sierra Nevada anclado en Achintikua, poblado indígena Wiwa; donde el respeto entre el hombre y la mujer es tan obediente como el hecho de no cruzar la línea divisoria cuando se reúnen Hombres y Mujeres, cada uno en su lugar obedientes, para luego entrar al frente del mamo con respeto, para que este les saque todas las energías negativas y les impregne su sabiduría colocándoles en su muñeca una manecilla elaborada con cabuya de la hoja del plátano que representa la tradición de la pureza del indio que no traiciona ni con el pensamiento a su Madre Tierra y a su dios el Sol.


Atareado con su vestimenta blanca o amarrado con un cordón rojo la cintura, su rnochila Arhuaca terciada en cuyo interior solo está el poporo y el chirrinchi bendecido por aliviar todos los dolores por el sufrimiento del indio que me muere en su habitad y porque se resiste a cambiar sus costumbres del bohio, construido con barro y palma por las construcciones modernas de pisos fríos y paredes blancas, con sus espesas cabelleras largas bajando los hombros sin importar si se es hombre o mujer; puesto que en su larga melena esta la fuerza de un Sansón enamorado y ella con largas cabelleras que caen sabre sus hombros y sobre sus espaldas donde el cargador elaborado de un pedazo paño rojo que carga el hijo por ella pario, algunas veces un poco sucio por el sudor al caminar largos trechos de un resguardo a otro entonando las gaitas cuyos versos son un piropo a la india que emana como diría Bartolo “Si los hombres no lo piden, las mujeres no lo dan, no lo dan”.


Música de gaita con la que celebran el casorio, las fiestas patronales, el nacimiento y hasta la muerte. Porque para nuestro indigenas la muerte es una fiesta, una partida al más allá el cual se celebra con chirrinchi, con chivos y hasta se le meten en el ataúd, porque para ellos el cajón debe llevar comida, ron y hasta ropa para ese viaje largo a la eternidad, nuestros indígenas son diafanos serios, honestos hasta más que nosotros los arijuna. Pese a nuestra belleza exótica el hambre campea en nuestra Bella Guajira

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