"Cuando el jurado no está, la verdad se canta en la parranda"

 

hoyennoticia.com

Por: Wilson Rafael León Blanchar.


La noche ya se había derramado sobre Fonseca como guarapo sobre mesa de dominó. En la terraza de Ñoñi, el chirrinchi seguía haciendo su ronda como candidato en elecciones. Los rostros, sudados y risueños, hablaban más que las bocinas. Y fue entonces cuando Efraín, con su lata en mano y cuchillo afilado como la lengua de La Gillette, marcó un ritmo sabroso que encendió la imaginación.


—Oigan esto —dijo—: "Julián tocó con el alma, pero se la embolataron en la urna... y Zuleta pasó, pero con el alma enredá en la herencia".


—¡Ajá! ¡Verso nuevo! —gritó Choncha, tirando baquetas al aire.


—Aquí hay gato encerrao, o mejor dicho, acordeón empolvado —soltó William La Estrella, mientras le daba vueltas a un papel con anotaciones como si buscara la clave del festival.


Guillermo El Oso, que ya había tragado silencio suficiente, dijo:


—Esto es como si en una pelea de gallos, al mejor lo sacaran por tener las plumas muy brillantes.


—¡Exacto! —intervino Ñoñi—. Si tú quieres que Zuleta gane, pues le quitas del camino a Julián. Lo demás es puro show.


—¡Eso no fue una competencia, fue una coreografía de eliminación! —dijo La Yeya, que se había metido en la conversación como quien no quiere la cosa.


Chago Pérez, sentado en su mecedora y con el sombrero tapándole media cara, murmuró:


—A Julián lo sacaron como al que canta bonito pero no tiene padrino... y a Zuleta lo subieron como al hijo del padrino en fiesta familiar.


Entonces todos miraron a Ñoñi, que ya tenía un tres en la boca y el corazón en el folclor.


—Mañana mismo le escribo a los organizadores —dijo—, pero primero... ¡vamos a tocar una puya pa’ sacar esta rabia!


Y allí mismo nació una canción espontánea, improvisada entre lata, baquetas, silbidos y versos, que decía:


"Si el jurado no te escucha, que te escuche la parranda,

que el vallenato no muere aunque lo bajen de tanda.

Si los jurados no están pa’ premiar la melodía,

que se preparen pa’ oír el veredicto del alma mía."


Y entre carcajadas y reclamos cantados, quedó la lección:

el que sabe, toca; el que manda, decide; pero el que siente... ¡ese nunca se equivoca!


Continuará...

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