El arresto al periodista Gonzalo Guillén
Por LUCERO MARTÍNEZ KASAB*
Se ve entrar al periodista Gonzalo Guillén a un espacio interno del Palacio de Nariño acompañado de su equipo jurídico, vestido con sencillez, abrigado con un saco casual y su infaltable gorra. Se pierde de espaldas a la cámara por el pasillo alfombrado con su acostumbrado caminar pasando los brazos hacia atrás, unidas las manos, con la mirada al frente. En días pasados el presidente Petro le brindó públicamente la casa presidencial para que cumpliera un arresto ordenado por una juez de Barranquilla en un sitio con vigilancia policial. Una medida precedida de una tutela – que Guillén cumplió cabalmente- que además de injusta, estaba plagada de ordenes confusas y arbitrariedades. El gesto del presidente Petro fue considerado por un gran sector como un gesto de desagravio para quien se considera el más grande periodista de Colombia en nuestros días.
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Gonzalo Guillén. |
Guillén con su determinación y valentía está a la altura de los grandes periodistas del mundo que han luchado por la libertad de prensa arriesgando, incluso, su vida, en los cincuenta años de su carrera. Sus investigaciones han servido de base para procesos judiciales. Ha influido en el debate político del país confrontando los abusos de poder de la élite, dando luces a la realidad colombiana. Denunció con un documental que se puede ver en la web cómo en la Guajira se robaron un río, el Ranchería, para fines comerciales propiciando la muerte de los indígenas wayuu por física sed. Ha sacado a la luz casos graves de corrupción y de vínculos entre políticos y el narcotráfico para la financiación de campañas hacia la presidencia de la república. Ha destapado incansablemente la corrupción y el crimen dentro del INPEC – Instituto Nacional Penitenciario- y dentro de la Fiscalía General de la Nación. En una de esas revelaciones recibió veinticuatro amenazas de muerte en menos de cuarenta y ocho horas, lo que lo obligó a abandonar temporalmente el país.
Esos minutos de Guillén entrando al Palacio de Nariño pasarán a la historia del periodismo colombiano como un giro inusitado a favor de la prensa independiente, en la larga relación hostil entre los gobiernos y el periodismo, como lo fue la persecución inclemente a Julian Assange, el creador de WikiLeaks, por revelar crímenes de guerra y corrupción de los gobiernos, especialmente de Estados Unidos. En contraste, lo de Guillén, es un hecho inédito en el mundo, un presidente protegiendo a un periodista de una decisión judicial que tiene tintes de censura y persecución política. Mientras Assange fue traicionado por gobiernos que deberían haberlo protegido como denunciante de interés global, Guillén, encuentra un respaldo institucional en el máximo poder del Estado colombiano. En un caso, el poder persigue al periodista; en el otro, muy singularmente, el poder lo ampara.
Guillén, ha escrito más de una decena de libros, ha recibido dos veces el premio Rey de España, el premio Simón Bolívar, Gran Premio Franco-Andino de Documental, fue finalista en el Premio Nacional de Derechos Humanos 2021. Anduvo por Colombia entera ejerciendo todas las etapas del periodismo, desde la reportería por caminos de herradura o en destartalados aviones a punto de irse a tierra en la selva, enviando sus trabajos por telegramas; usando las máquinas de escribir con teclado de metal desde las oficinas de los periódicos; la edición, columnas y la corresponsalía de importantes medios nacionales e internacionales en tiempos de la Internet, todo, para que la verdad sea dicha, como reza en su portal periodístico de La Nueva Prensa, liberándonos el pensamiento social y político para que haya un mejor país.
Gonzalo, representa a ese periodismo de férrea determinación que sostiene los principios éticos de la justicia social y jurídica esenciales para la concordia en el país y en el mundo, en contraste con ese otro periodismo que traicionó su misión de servir a los indefensos y que hoy calla ante el fascismo que borra a Gaza, el que hoy comparece ante la justicia colombiana en la persona de un expresidente; entre otras cosas, por revelaciones del mismo periodista Gonzalo Guillén quien le colocó el remoquete de matarife.
Petro y Guillén, dos hombres valientes a los que ninguna amenaza los ha callado conversarán en la Casa de Nariño, un presidente progresista y un periodista ejerciendo con pasión el oficio más hermoso del mundo como lo definiera García Márquez. Ambos defendiendo a Colombia contra un sistema carcomido por el hampa de cuello blanco lleno de angurria por el dinero. Esos tres días de arresto los podrá exhibir Gonzalo Guillén en su pecho como la prueba a su poder de artillero de la libertad.
* luceromartinezkasab@gmail.com
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