La cooperativa de los compadres – Quinta parte

 

Por: Wilson Rafael León Blanchar 

Después de la invasión de europeos, la Cooperativa Agroganadera y Turística de Fonseca se volvió una fiebre. No había semana que no llegara un bus lleno de extranjeros con cámaras, bloqueador y la ilusión de “vivir la experiencia fonsequera original”.

Enrique Marulanda, viendo que la cosa iba en serio, reunió al equipo:

—Señores, esto hay que organizarlo…

—¿Organizar? —saltó Yaya—. ¡Si aquí la gente viene es por el desorden bonito que tenemos!

—Pero es que ya no cabemos en el gallinero de Don Patricio…

Fue así como decidieron convertir la plaza en “estación turística”: puestos de arepas rellenas, sombreros vueltiaos, hamacas colgadas y, al fondo, un escenario fijo para la lata de Efraín.

El chivo, ahora bautizado oficialmente como “Gerente de Experiencias”, tenía su propio corral decorado con banderines. Los niños del pueblo vendían fotos con él a 5 mil pesos: “Selfie con el famoso chivo de Europa”.

Pero el picante costeño lo puso Changa cuando inventó la “Tarde Caliente de Turismo Extremo”:

Primera prueba: montar a Clavito a las tres de la tarde sin sombrero.

Segunda: perseguir al chivo por entre las matas de plátano sin que te tumbe.

Tercera: aguantar un vallenato de Efraín sin parar de bailar.

Los turistas salían rojos como camarones, pero felices.

Un día llegaron unos suecos altísimos, blanquitos como leche, diciendo que querían “integrarse con la comunidad”. Yaya, con su picardía, les ofreció una ronda de 'chirrinche' antes de la caminata por el río. A la media hora, uno de ellos estaba cantando a grito pelao:

—¡Ay, hombeeee!

Mientras tanto, Toño el Loco había encontrado su mina de oro: personalizar guaireñas con la bandera del país de cada turista. Un alemán se fue con unas que tenían la cruz negra y amarilla; una francesa, con unas llenas de corazoncitos.

El problema fue que tanta fama trajo también periodistas. Uno, de una revista de viajes, le preguntó a Enrique:

—¿Cuál es el secreto del éxito?

Enrique se acomodó la gorra y soltó:

—El secreto, compa, es que aquí nada es actuado… si el chivo te corre, te corre de verdad.

La nota salió con el título: “Fonseca: donde el turismo es impredecible y el calor es garantía”.

Y desde entonces, el pueblo no solo vendía queso, dulce de coco y guaireñas… vendía risas, aventuras y cuentos que ni en la plaza se acaban.